Partimos para Italia

Por fin llegò el dìa! Despuès de varios meses de preparaciòn ya estamos a punto de coger el aviòn para Italia, son muchas las sensaciones pero sobre todo vamos cargados de ilusiòn y alegrìa.

A las 8:00 quedamos en el colegio como todos los dìas, compañeros y profesores nos despiden y nos desean lo mejor. Salimos hacia el aeropuerto para coger el aviòn que nos llevarà hasta Turìn.

El viaje transcurre con normalidad, la tristeza producida por la despedida de familiares se mezcla con la incertidumbre de la aventura que nos espera. Despuès de coger autobùs y tren llegamos por fin a Fossano. La escuela està al lado de la estaciòn y en menos de 5 minutos estamos allì. Nos acoge Michele, nuestro coordinador del programa que nos acompañarà durante la estancia. Ya nos tenìan preparada la comida pasadas las tres de la tarde, sabiendo que a las siete volvìamos para cenar, dichosos horarios europeos!.

Ya veis las viandas que nos dispusieron. Era una comida de circunstancias. Un poco de ensalada de arroz, embutidos, queso y mucha fruta. A los chicos no les va mucho el rollo del agua "frizzante", pero es una cosa que a los italianos no se les puede quitar de encima de la mesa.

Despuès nos fuimos para la casa de Boschetti, una pequeña pedanìa a unos 5 km de Fossano, donde se encuentra la casa que nos acogerà durante estas semanas. Esta semana, ademàs, contamos con la furgoneta a tiempo completo, por lo que podemos viajar todos juntos en todo momento. Nos adaptamos a la casa, reparto de habitaciones, deshacer maletas, limpieza general, etc.

Y cuando a penas habìamos hecho la digestiòn, vuelta a la escuela para cenar, pasta y hamburguesas, que estaban bastante ricas y aunque decìamos que no tenìamos hambre, comimos fenomenal. Acto seguido nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo, visitamos la catedral y la plaza del castillo de los Acaja, ambos muy vistosos. La verdad es que el pueblo, o ciudad mediana, porque casi alcanza los 30.000 habitantes, tiene un encanto especial.

Cuando estaba anocheciendo decidimos volver a casa, se notaba el cansancio del viaje y de las primeras emociones vividas. Al llegar, algunos se ducharon para ganar tiempo al dìa siguiente y cuando ya estàbamos todos màs còmodos y tranquilos, nos juntamos para hacer una pequeña revisiòn del dìa y motivarnos de cara al comienzo de las pràcticas. Antes de irnos a la cama y charlar un rato, decidimos reunirnos todas las noches en la capilla para darnos las Buenas Noches, tan queridas y presentes en nuestros ambientes salesianos.